sábado, 20 de enero de 2018

ronald-zambrano
A un año de haber salido de mi tierra he aprendido muchas cosas. Aprendí a celebrar cumpleaños por Internet, aprendí a aguantar las lágrimas cuando te comunicas con tus seres queridos para que no se preocupen, aprendí a saborear el aroma de la cocina de mi mamá en mi mente, aprendí a enterrar a un ser querido y estar presente en su velorio por carta, aprendí que la comida sabe amarga sabiendo que en tu casa y tu país no se alimentan con las proteínas y carbohidratos necesarios para estar plenos o en muchas oportunidades tienen semanas sin comer carne, pollo o algo tan elemental como un pan.

Aprendí que un país en socialismo es la peor desgracia que puede existir sin discusión alguna, me siento como cuando te divorcias de tu pareja y hasta de tus hijos, y te vuelves a casar y empiezas a criar los hijos de ella y no los tuyos, porque ahora construyo el país de mis vecinos y lo hago con alegría y voluntad dando lo mejor de mí y honrando este suelo, aunque sabes que no es el tuyo te esfuerzas como si lo fuera.
Aprendí que Dios es todo en este mundo, nunca te abandona y siempre está ahí, cargando la cruz junto a mi como el mejor padre, siempre a mi lado.

Aprendí a quedarme dormido llorando pensando en mi esposa y mi hijo, aprendí que somos tan pequeños e insignificantes criaturas y que debemos ser más humildes, aprendí que una partida de chapitas con tus amigos de toda la vida es la felicidad; aprendí a cantar todas las canciones de un solo pueblo, Maracaibo 15, Simón Diaz, pero saben, aprendí algo más importante y es que siempre tendremos la oportunidad de empezar, de borrar nuestros tantos pecados y volver a escribir las páginas en blanco de una nueva vida.
Por amor a cristo nadie es más que nadie, somos tan mínimos que queremos conquistar el mundo, pero no hemos aprendido a conquistar nuestro corazón.
Aprendí que te extraño Venezuela, mis padres me dicen que no eres ni la sombra del país donde crecí y si no te vuelvo a encontrar siempre estarás en mi memoria como lo mejor que me ha pasado, haber nacido y crecido entre tus playas y parques, cerca del béisbol y aquellos amigos que jugábamos en tus calles sin temor alguno.
Un año que no te tengo y ya no somos los mismos. Ahora me queda contarle a mi hijo que un niño llamado Ronald fue feliz en Venezuela y ojalá los niños de las futuras generaciones tengan lo que nosotros tuvimos y lamentablemente perdimos, pero con la fe en que se vuelva a recuperar.
GRACIAS PERÚ POR ENSEÑARME TANTO EN TAMPOCO, GRACIAS POR RECIBIRNOS Y ABRIR TUS BRAZOS PARA MI Y TODOS MIS HERMANOS. YA TIENES QUERIDO PERÚ UNA PARTE DE MI CORAZÓN Y NUNCA SALDRÁS DE AHÍ, PORQUE EN TI PERÚ ENCONTRÉ LO QUE SE ESTÁ PERDIENDO EN MI PAÍS.
Escrito por: Ronald Zambrano

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